
El sábado 21 de mayo, 2.000 personas de toda Cataluña llenaron las calles de Barcelona para denunciar unas políticas de vivienda totalmente fallidas que empobrecen a la mayoría de la población y la privan de este derecho, en un contexto de inflación económica donde solo rentistas, buitres y multinacionales salen beneficiados.
La movilización, convocada por PAH’s, Sindicatos de Inquilinas y Sindicados de Vivienda de toda Cataluña, pero también por un centenar de entidades sociales como la Alianza Contra la Pobreza Energética, la Taula Sindical de Catalunya o la ConFAVC, empezó en plaza Universidad y acabó en la Plaza Salvador Seguí, con parlamentos de diferentes organizaciones.
A continuación os compartimos el discurso que hizo Enric Aragonès Jové, portavoz del Sindicat de Llogateres de Catalunya.
La situación del derecho a la vivienda
Digámoslo muy claro. La vivienda no es el problema de alguna gente pobre. No va de quién es el último de la fila, del eslabón más bajo, que en un momento determinado necesita de la ayuda de los penúltimos. No va de quien tiene el hashtag de vulnerabilidad. Va de sabernos todas y cada una de nosotras “vulnerables” dentro de un estado de las cosas en el que no tenemos asegurado el derecho a una vivienda digna, estable, segura y adecuada.
No es que no podamos pagar el alquiler porque somos pobres. Es que nos hacemos pobres porque tenemos que destinar más de la mitad de nuestro salario a pagar el alquiler.
Porque éste es el estado de las cosas y no es espontáneo. Llevamos 10 años en una crisis permanente de vivienda. Quizás ya va siendo hora de dejar de denominar crisis a lo que en realidad han sido políticas que solo buscaban asegurar el beneficio de los rentistas. No es que no hayan conseguido garantizar el derecho a la vivienda, no es que no hayan encontrado la manera: no ha sido por torpeza. Es un estado que lleva décadas apuntalando el rentismo y la especulación, a expensas del endeudamiento y el trabajo de las clases populares.
No es retórica. Podemos poner ejemplos. En el 1985, con el Decreto Boyer, el PSOE desprotegía el alquiler y potenciaba la economía del ladrillo. La ley del suelo del PP, le cogió el relevo y fue la base del boom de los 90 y los 2000 recalificando terrenos a diestro y siniestro. La ley hipotecaria y todo el engranaje fiscal abocaron a miles de familias al endeudamiento. Siguieron el rescate bancario, la creación de la SAREB y un endeudamiento público sin precedentes para tener pisos vacíos por todo el territorio en manos de los fondos buitres.
Los poderes públicos han querido hacer creer que tenían que compensar los intereses de unos y de otros, como si se tratara de ponerse de acuerdo entre vecinos o entre compañeros de piso. ¿Cómo se atreven a pensar que nuestro derecho a la vivienda se tiene que poner al lado y equilibrar con los beneficios económicos de los rentistas? No se pueden comparar. Cuando nuestros derechos avanzan, sus beneficios peligran. Y lo sabemos, y lo queremos, y lo reclamamos.
Y cuando decimos todo esto, el lobby inmobiliario todavía se atreve a responder que todo ello es culpa de no haber construido un parque público de alquiler. No les oímos quejarse cuando el Estado les regalaba el suelo y les llenaba los bolsillos. Recordemos bien que cuando se construía vivienda pública, al cabo de cuatro días se la quedaban para expulsar en cuanto podían a las vecinas.
La organización como respuesta
Esta gente está organizada, de toda la vida. Pero ahora nosotros también.
El movimiento por la vivienda hace años que está creciendo. Cada día es más grande, más fuerte y más extendido. Desde abajo, en las ciudades, en los pueblos y en los barrios, nos hemos organizado en plataformas de afectadas por la hipoteca, en sindicatos de inquilinas, en redes y grupos de vivienda, en asociaciones vecinales.
Nos constituimos como contrapoder, organizamos nuestro malestar y el de nuestra gente, que está harta de que nos roben el sueldo y el pan, de que secuestren como gánsteres financieros nuestros barrios. Cada semana, cada día, paramos desahucios en todo el país, hacemos frente a los abusos, renegociamos contratos, reclamamos lo que es nuestro, defendemos nuestra casa y protegemos nuestras vidas.
La Ley Estatal por el Derecho a la Vivienda
No nos pensamos quedar de brazos cruzados dejando que el estado español siga poniéndole la mesa al banquete del rentismo. Insistimos: ha llegado el momento de tocar sus beneficios.
Con la Ley Estatal por el Derecho a la Vivienda, la Ley Vivienda se juega ahora en una batalla. El lobby inmobiliario lo tiene claro y no se esconde: quiere hacer de esta ley una alfombra roja para el siguiente ciclo de especulación. Hablan de construir vivienda “asequible” y se frotan las manos contando ladrillos y millones de euros.
Y nosotras, las inquilinas, las trabajadoras, las que recibimos los burofax, las que pagamos cada día más (de luz, de comida y de alquiler), estamos hartas.
Hay que volver a regular los alquileres, a hacerlo de manera generalizada e inmediata. Hay que hacer bajar los precios.
No aceptaremos versiones descafeinadas, ineficaces y tramposas de la regulación que ni bajen los precios, ni den tranquilidad a la gente que vivimos de alquiler. No dejaremos que cierren en falso la oportunidad de esta ley, y que vuelvan a hacer creer que tienen que equilibrar derecho y negocio.
Vivienda digna para unas vidas dignas
Si tanta gente hemos creído que organizarnos cada día en el movimiento por la vivienda era indispensable, es porque sabemos que nada es posible si no hay techo. No hay derecho a la educación, no hay acceso a la salud, no hay vías de participación cultural ni de participación política si no se tiene una casa.
Pero tampoco existe nada de esto si la vivienda no es estable. Si tenemos piso, pero nos da miedo recibir un burofax que nos expulse cuando acabe el contrato; si no sabemos si de aquí unas semanas, o unos meses, o unos años continuaremos viviendo donde vivimos y, sobre todo, si lo habremos podido elegir… aquí no hay derecho a la vivienda.
Es por eso que tenemos el convencimiento pleno de que hoy y aquí, luchar por el derecho a la vivienda es luchar por el derecho a una ciudadanía plena y a unas vidas que merezcan la pena de ser vividas.
Es por eso que nos seguiremos negando a las subidas abusivas y a las expulsiones, que seguiremos desobedeciendo, que no marcharemos nunca más en silencio, que nos seguiremos quedando en casa luchando. Es por eso que continuaremos defendiendo nuestro derecho a dormir tranquilas y a no tener nunca más miedo de un burofax.