
El jueves 13 de mayo, se ha celebrado un juicio injusto contra dos inquilinas afiliadas al Sindicato de Inquilinas y Sindicato de Vivienda de Gracia. Lívia, Juan y un compañero del movimiento por la vivienda, Pablo. Después de desahuciar la Lívia, Juan y sus tres hijos del piso donde habían vivido los últimos 12 años, la rentista ha continuado castigando y persiguiendo judicialmente a los inquilinos, por el simple hecho de haber protestado y resistido a un aumento abusivo de precio que, hoy en día, gracias a la Ley 11/2020 de moderación y contención de rentas, estaría prohibido. Ante este hecho injusto, las militantes y defensoras del derecho a la vivienda nos hemos concentrado en apoyo en las encausadas, y en contra de la represión rentista que sufren cada vez más aquellas que se organizan para poner freno a la explotación.
Lívia y Juan son un ejemplo de valentía y dignidad para todo el movimiento en defensa del derecho a la vivienda. Después de estar más de 12 años pagando 1000 euros mensuales a su arrendadora, una rentista gran tenedora con más de 15 propiedades, la pareja inquilina se negó a aceptar un aumento de precio injustificado y abusivo de 300 euros, que no se podían permitir a pesar de disponer de salarios estables. Después de muchos intentos frustrados de sentar a negociar con la propiedad unas condiciones más razonables por el nuevo contrato de alquiler, y viendo como llegaba la fecha del desahucio, las inquilinas se organizaron y, por la vía de la desobediencia civil pacífica y la protesta hicieron sentir su voz, que en aquel momento representaba a millones de inquilinas y locatarios de todo el estado: cómo puede ser que después de décadas pagando rentas, se pueda subir el alquiler hasta límites asfixiantes? Cómo puede ser que las leyes permitan desahuciar a una familia que siempre ha cumplido con sus obligaciones contractuales?
Organizadas a través del Sindicato de inquilinas, y del Sindicato de Vivienda de Gracia, la protesta fue creciente, y se hizo viral a nivel mediático: era un claro ejemplo de la impunidad de las prácticas depredadoras del rendisme, no solo de fondo de inversión, sino también por parte de buitres con nombres y apellidos, que, protegidos por una legalidad injusta, pueden deshacerse de las inquilinas como quienes se deshace del calzado viejo. La lucha de la Lívia y lo Juan, a pesar de llegar al desahucio, pero, fue una gran victoria para el movimiento por el derecho a la vivienda: un ejemplo de resistencia y unión, y unos locatarios valientes que abrieron el camino porque, en el ninguno de unos meses, se aprobara por mayoría en el Parlamento de Cataluña la ley 11/2020, que finalmente prohíbe estas subidas de precio abusivas, y pose, por fin, freno al rendisme desbocado.
Hoy, nos hemos concentrado en apoyo en nuestras compañeras y también para denunciar la represión que el rendisme ejerce sobre las defensoras del derecho a la vivienda: no solo nos desahucian y nos estrangulan, sino que también nos quieren prohibir protestar, organizarnos y sindicarnos. Pero siguiendo la estrella de la Lívia, Juan y lo Pablo, no pararemos: seguiremos creciendo, seguiremos luchando, y estaremos cada vez más organizadas. Nos quieren asustar, pero no lo conseguirán.
Desde el Sindicat de Llogateres queremos agradecer a la Lívia, Juan y lo Pablo, a todas las vecinas, a las afiliadas, a cada uno de los sindicatos de vivienda, xarxes, PAH’s y a las organizaciones sociales que siempre están allí, el poder compartir esta lucha. Pero sobre todo, queremos agradecer a todas las personas valientes que deciden plantarse ante los abusos. Es gracias a ellas que seguimos conquistando derechos.