
La lucha inquilina también es una lucha feminista. Los precios abusivos del alquiler, los desahucios por finalización de contrato, tener que cmabiar de hogar constantemente, la falta de mantenimiento así como otros abusos contractuales, son exactamente la otra cara de la moneda de aquello que las inquilinas hacemos en casa: cuidar nuestros cuerpos, protegernos de los peligros, cuidar del hogar y más allá del sentido material y social, echar raíces y mantener vivos los vínculos con el entorno. La precarización y el desprecio de las tareas reproductivas, ambas consecuencias del rentismo, se convierten en una violencia más hacia las mujeres, ya que son quienes de forma mayoritaria, llevan a cabo esta tarea de sostenimiento de la vida.
Mientras las mujeres hacen tareas de cuidados esenciales, mientras tienen que hacer enormes esfuerzos y sacrificios para poder pagar el alquiler, el rentismo no para de exprimir. Sus beneficios se sostienen, en esencia, a costa de estos trabajos esenciales y poco valorados. Por eso en este nuevo número especial 8 de Marzo de La Inquilina lo hemos dedicado a la lucha de las mujeres contra la violencia de la especulación inmobiliaria y un homenaje a esos trabajos de cuidados, que son los que realmente importan.
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