
Hoy hemos anunciado una victoria histórica con el Sindicat d’Habitatge de Vallcarca que marca un punto de inflexión en este ciclo de luchas contra las subidas abusivas del alquiler. Jaume es el primer inquilino de Barcelona que consigue una rebaja del precio de alquiler en una renovación de contrato.
Una inmobiliaria compró el edificio de Jaume y expulsó a todos los vecinos. Sufrieron acoso inmobiliario durante un año. Hasta que dijo BASTA: se unió al Sindicat d’Habitatge de Vallcarca y al Sindicato de Llogateres, luchó y hoy podemos anunciar que se queda en casa.
Ahora ya no solo paramos expulsiones y subidas de alquiler: también conseguimos alquileres de 7 años a precio más bajo. Gracias, Jaume, por abrirnos el camino y hacer historia. Gracias también a las más de 1.000 familias que este año se han plantado ante las subidas y las expulsiones, desobedeciendo la ley. Es gracias a vuestra valentía que hoy ya podemos empezar a bajar el precio de alquiler.
El caso de Jaume demuestra que el decreto de alquiler que propone el gobierno de ERC y JxCAT es un decreto farsa: los precios no subirán más, tienen que bajar. Es inaceptable que este decreto quiera fijar oficialmente los actuales precios hinchados, de burbuja, y promover que puedan subir hasta un 10 y un 15%.
Aquí, además, os explicamos el caso con las palabras del propio Jaume:
<< Cuando todavía faltaba más de un año para la finalización del contrato de alquiler de mi vivienda en la calle Barón de la Vallo n.º 38, la propietaria del inmueble lo vendió todo entero a Sun-Peak, SL, una compañía dedicada a la reforma y venta de viviendas. Entonces, después de cinco años viviendo en este piso, empezó el infierno aquella primavera del 2018. Primero fueron una serie de obras, inacabables, en las viviendas adyacentes, arriba, abajo, a izquierda, a derecha, que acabaron expulsando a mis vecinos por la imposibilidad de vivir en aquellas condiciones de estrés continuado provocado por máquinas perforadoras, golpes de mazo y otros enseres. La empresa compensó económicamente a dos familias para acelerar su marcha, pero yo no acepté, e incluso me subieron el alquiler a pesar del deterioro acelerado de las condiciones de vida. Durante julio, del ruido pasaron a tumbar estanterías por las vibraciones e incluso a agujerear una pared hasta llegar a mi cocina. Después llegaron las intromisiones en la intimidad de mi vivienda con la excusa de las obras, que en realidad eran engaños para mostrar la vivienda a posibles compradores, durante un mes seguido en otoño, hasta que me negué a aceptar esta práctica y también los sobornos que me ofrecieron para que accediera. Después vinieron los cortes de la línea telefónica, literalmente, del agua y de la electricidad, continuados, sin contemplaciones, sin disculpas, orientados a un fin que ya se perfilaba bastante evidente: la expulsión. Después continuaron todo tipo de intimidaciones y molestias personales, por teléfono o incluso en persona, por obra del director comercial de esta empresa, erigido en principal figura de este proceso de acoso, que no dudo al calificar de criminal.
Abrumado por la situación e impotente, pues la misma Guardia Urbana me negó auxilio cuando me cortaron el agua sin aviso previo, empecé a buscar ayuda y la encontré aquel invierno en el Sindicato de Inquilinas de Barcelona y el Sindicat d’Habitatge de Vallcarca, mi barrio. Ellos me apoyaron para afrontar aquella agresión continua y parar de una vez las intimidaciones de todo tipo. Y ciertamente lo consiguieron. Como resultado de la solidaridad y apoyo de los compañeros de estos colectivos, finalmente hemos conseguido todos juntos que Sun-Peak se haya firmado un nuevo contrato de alquiler de siete años y con un precio inferior, que ha pasado de 705 a 675 euros, este 17 de mayo de 2019. >>